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Source: El Dinero
By Irmgard De la Cruz


Los productos orgánicos aportan un valor agregado importante a los consumidores de todo el mundo: Garantizan que los alimentos llevados a la mesa son más nutritivos y que han sido sembrados y cosechados bajo condiciones sostenibles, tanto para el medio ambiente como para las comunidades que los producen.

Esto ha movido a que los mercados internacionales exijan cada vez más el cumplimiento de normas regulatorias que aseguren que los artículos locales e importados que sus ciudadanos consumen sean producidos sin la intervención de sustancias químicas nocivas para la salud.

Así, las certificaciones orgánicas se han convertido en un requisito indispensable para que muchos rubros agrícolas puedan traspasar las fronteras marítimas y en una meta para los productores dominicanos que desean comercializar sus productos en el exterior.

De toda la variada oferta alimentaria dominicana, solo 14 rubros cuentan con sellos orgánicos, siendo el banano y el cacao los que concentran, prácticamente en su totalidad, la producción orgánica obtenida en toneladas métricas. Esto, en consonancia con los 1,774 y 17,663 productores certificados en estos dos rubros, respectivamente.

Datos del departamento de Evaluación, Registro y Control de la Agricultura Orgánica del Ministerio de Agricultura registran que el banano orgánico representó el 85% del total de toneladas métricas que se produjeron en el país entre el año 2021 y lo que va del 2022. Es decir, de las 674,680 toneladas métricas registradas como orgánicas en total durante ese período, 574,648 toneladas fueron de banano, mientras que 96,956 de ellas fueron de cacao, para un 14.37%.

El restante 0.63% lo componen frutos como el café, mango, coco, limón, aguacate, caña de azúcar, limón, piña y pitahaya, con la piña superando apenas las 1,000 toneladas y el limón aproximándose, con 942 toneladas producidas de manera orgánica.

La cantidad de productores y el área total que ha sido registrada como orgánica incide en los volúmenes de producción. Aunque el banano orgánico es más en toneladas, el cacao ocupa el 76.3% de las 138,430 hectáreas libres de productos químicos, con 105,617 hectáreas, de acuerdo a lo registrado por Agricultura, mientras que el banano ocupa el 33.90%, con 31,683 hectáreas.

Los demás rubros comparten unas 1,130 hectáreas, siendo el limón (260) y el café (198) los frutos que más áreas totales sembradas se encuentran certificadas como orgánicas.

Estimaciones

Aunque estos números permiten contemplar, a grandes rasgos, la capacidad de producción orgánica de República Dominicana la realidad superaría estas cifras, ya que hay rubros que están pendientes de ser registrados.

Al respecto, la encargada del departamento de Agricultura Orgánica, Yatnna de León, explicó que el Ministerio trabaja en conjunto con la Oficina de Tratados Comerciales Agrícolas (OTCA) en el diseño de un programa que reduzca las brechas estadísticas entre lo reportado por certificadoras y asociaciones de productores y las cifras de la Institución.

Esto permitiría, según la funcionaria, contar con información aún más precisa sobre la producción orgánica dominicana.

Certificaciones

En República Dominicana, siete firmas internacionales otorgan el aval a los productores que prescinden de pesticidas, fungicidas, fertilizantes y cualquier otro producto químico para sus plantaciones: BCS Dominicana, ImoCert, Kiwa Dominicana, Skal Control Unión, Ceres, Mayacert y Suolo e Salute.

Estas empresas se encargan de orientar a los productores, de acuerdo a las necesidades de sus clientes en el exterior, sobre las normas internacionales que necesitan para poder comercializar sus productos en el exterior bajo sellos orgánicos. Portar un sello garantiza que los procedimientos utilizados por la finca cumplen con los requerimientos fitosanitarios que exige el mercado para considerarlos orgánicos.

Procesos

¿Qué ventajas trae a los productores certificarse como orgánicos? Los inspectores de las agencias certificadoras concuerdan en que los alimentos orgánicos son más demandados por los consumidores porque son más saludables. Además, las buenas prácticas agrícolas para el manejo de una finca orgánica son más amigables para el medioambiente, un aspecto que es valorado por los mercados internacionales.

“La principal ventaja para certificarse es la salud. O sea, con relación a las normas orgánicas, tú estás consumiendo un producto que le hace menos daño a tu salud, porque son producidos sin químicos, que es lo principal, o los insumos que se utilizan no son dañinos. Son más inocuos y protegen mucho la calidad del producto”, señaló Luz Valdez, revisora e inspectora para IMOCert Dominicana.

La empresa, con la que actualmente se han certificado alrededor de 64 clientes dominicanos–entre fincas independientes y grupos de productores–, ofrece los servicios y la asesoría técnica basadas en las normas orgánicas de exportación que más suelen exigir los mercados europeos y estadounidenses, además de entregar los sellos en normas sociales y sostenibles, así como de esquemas privados.

La certificación puede tramitarse por las asociaciones de productores–para lograr que el rubro que comercializan a nivel de gremio sea reconocido como orgánico– , o bien por iniciativa propia del productor. Las normas internacionales exigen que los productores cuenten con la información general de su finca: “desde el proceso de realización de la siembra, las semillas y plántulas utilizadas, hasta el proceso de comercialización. Todo ese esquema tiene que estar documentado”, explicó Valdez.

Sin embargo, si los solicitantes carecen de este levantamiento, se les facilita un formulario y se le explican las características del servicio. “Igual, en caso de que no lo tengan, les facilitamos (los requisitos) de las normas que nos han indicado que desean certificarse”.

En el caso de Kiwa Dominicana, una vez que los productores cuentan con los clientes a los que les quieren vender sus productos en el exterior, se elabora una oferta en la que se detallan las normas internacionales orgánicas en su cartera de servicios y señalando los requisitos que los productores deben depositar para su selección.

“Teniendo todo eso listo, se programa la auditoría y nosotros procedemos a ir al proyecto, a ver si cumple con todas las normas con las que se trabajará”, afirmó la inspectora de Kiwa Dominicana, Isabel Salcedo.

Explicó que el tiempo para obtener la certificación dependerá de la cantidad de hectáreas a supervisar y las condiciones en las cuales se encuentre la finca. “Si cumple con toda la documentación y todas (las condiciones) en el campo, se le emite un certificado de un año. Para el próximo año que cumpla, tiene que volverlo a renovar y nosotros ir de nuevo” a inspeccionar, aclaró.

Certificaciones en el mercado local

Para la venta en el mercado local, la Dirección de Certificación de Productos Orgánicos del Ministerio de Agricultura (Dicert-RD), tramita el certificado bajo una norma nacional que cumple con lo establecido en el reglamento 820-03 para la Agricultura Orgánica.

El director de Dicert-RD, Martín Estrella, sostuvo que la entidad es la única de carácter público que otorga el sello de orgánico a los productos que se comercializan en el mercado local. Desde el inicio de sus servicios, que comenzó en 2018 hasta ahora, cuentan con 12 clientes certificados, entre productores y procesadoras de insumos.

“En el futuro, vamos a ser acreditados para las normas internacionales, pero estamos en el proceso de lograrlo para Europa, Estados Unidos, Japón o cualquier otro mercado”, manifestó.

Limitaciones

Una de las mayores dificultades que enfrentan los productores que quieren constatar que sus rubros son orgánicos radica en la falta de registro de sus fincas, requisito indispensable para ser certificados. “Desde la preparación del suelo hasta la venta, todas las actividades (en la finca) deben estar debidamente registradas. Después que se acostumbran al sistema (es algo) que pueden sanear”, señaló Estrella.

La falta de conocimientos respecto al manejo del suelo o si los productos utilizados para el cultivo son realmente orgánicos es otro factor que también puede complicar el proceso. “Una gran mayoría de los productores a veces aplican algo (un producto) y ellos creen que no están haciendo daño, pero son químicos y lo desconocen”, sostuvo Salcedo.

Tanto la inspectora como la encargada del departamento de Agricultura Orgánica concordaron en que se puede llevar hasta tres años la descontaminación de una finca a la que se le han detectado el uso de químicos en los cultivos.

Por último, están los costos. El precio para acceder a una certificación es variable: dependerá de si la solicita un gremio o un productor independiente, del tipo de rubro, la cantidad de hectáreas a certificar y si estas deben ser descontaminadas o no. Además, la renovación de la certificación tiene también un costo adicional.

Estrella explica que, por lo general, estos servicios oscilan entre los US$1,000 y US$1,500 en las certificadoras privadas. El Dicert, por su parte, tiene precios que oscilan entre los US$300 y US$600.

Liderazgo internacional del banano

La Asociación para la Cooperación en la Investigación y el Desarrollo Integral de las Musáceas (Acorbat) reconoció recientemente a República Dominicana como el país número uno en exportación de banano orgánico.

El 63% del total de hectáreas dedicadas a la producción de banano se encuentran certificadas, trabajando en ellas 1,850 productores y generando 500,000 empleos directos.

El presidente de la Asociación Dominicana de Banano (Adobanano), Hilario Pellegini, explicó que el banano dominicano es pionero en la producción orgánica de este rubro. Obtuvo sus primeras certificaciones a partir del año 2000 y ha estado adherido, sobre todo, a las normas orgánicas de la Unión Europea, mercado hacia donde va el 96% de este rubro.

“Los certificados son inspeccionados por la Comisión Europea para ver que estos ya están auditados. Como sector, somos auditados dos veces al año por la certificadora, una sorpresa y otra regular, más su seguimiento y análisis del destino”, recalcó.

Un pasado de alto manejo de químicos en las plantaciones y sendas violaciones a los derechos humanos han hecho que las certificaciones en este sector a nivel internacional jueguen un rol fundamental para la comercialización bajo sellos orgánicos, de derechos humanos y de comercio justo.

Esto ha llevado a los bananeros a organizarse y a que las certificaciones jueguen un rol vital para el intercambio comercial ya que, si en algún momento se dejan de cumplir las condiciones de producto orgánico y de comercio justo que establecen las normas internacionales, el exportador puede suspender la compra en una finca o, incluso, retirar su sello de acreditación.