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Salud
Encontrar alimentos ecológicos con una huella de carbono mínima
Fuente: Bio Eco Actual
Por Noemí Alba


Aunque la agricultura ecológica se ha popularizado masivamente en las últimas décadas, en realidad ya existe desde hace más de medio siglo. Surgió como respuesta a los impactos negativos de la agricultura convencional y del uso de productos químicos artificiales, responsables de la degradación del paisaje, de la pérdida de la fertilidad del suelo y de variedades locales y de una tecnificación del trabajo agrícola que no tiene en cuenta los efectos ambientales y sociales. La agricultura ecológica busca abastecer a las comunidades de forma sostenible, minimizando todo lo posible el impacto sobre el entorno.

La legislación sobre la producción y el etiquetado de productos ecológicos en la Unión Europea está recogida en el Reglamento (UE) 2018/848, una normativa actualizada que entró en vigor en 2022, donde se establecen los requisitos generales de la producción de productos ecológicos para que puedan contar con el logo comunitario (Euro Hoja) que acredita que un alimento es ecológico.

¿Y cuáles son esos requisitos? Pues encontramos la prohibición de usar organismos modificados genéticamente o las radiaciones ionizantes, así como la restricción de aportaciones externas (sean antibióticos, fertilizantes sintéticos y pesticidas químicos). También se exige mantener y mejorar la fertilidad y la biodiversidad natural del suelo, que se utilice la rotación de cultivos y que se haga mediante prácticas de labranza respetuosas. Además, se deben priorizar los recursos producidos en el sitio del cultivo y elegir las variedades adaptadas a las condiciones de cada zona.

Según datos de finales de año de 2022, la superficie agraria útil (SAU) de España destinada a la producción ecológica era del 10,79%, incrementándose un 8% respecto al año anterior. Aumentaron las hectáreas dedicadas a los cultivos permanentes en especial los frutos secos, las plataneras y subtropicales, los cítricos y el olivar.

También se registró un crecimiento de plantas cosechadas bajo sistemas de la agricultura ecológica para la alimentación animal. Esto quiere decir que la producción ecológica de cada zona está limitada a su propio clima y condiciones medioambientales, siendo esta limitación uno de los requisitos del reglamento mencionado antes. 

Cuando se etiqueta un producto como “eco” o “bio”, significa que ha sido producido siguiendo prácticas agrícolas respetuosas con el medio ambiente

Esto implica minimizar el impacto ambiental en todas las etapas de producción y distribución. La UE, además, tiene reglamentos específicos para la importación de productos ecológicos que llegan de países de todo el mundo y de todos los continentes.

El impacto ambiental del sector alimentario no solo abarca la producción agrícola en sí misma, sino también todo el proceso de transporte y distribución de alimentos

Según los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), aproximadamente el 34% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la producción de alimentos (agricultura y ganadería), mientras que un 6% de estas emisiones proceden solamente del transporte de los alimentos. Así pues, la alternativa más ecológica es elegir alimentos de proximidad que eviten envíos transnacionales y todas las emisiones asociadas al embalaje y la distribución.

Los alimentos de proximidad, además de ser más sostenibles desde el punto de vista ambiental, suelen ser más frescos y nutritivos, ya que se cosechan en su temporada óptima y no requieren conservantes ni tratamientos prolongados para su transporte. Muchos productos con sello ecológico se producen fuera del país, por el simple hecho de que aquí no hay suficiente espacio de cultivo ni se dan las condiciones climatológicas para determinados alimentos. Los kiwis son de invierno, las fresas de primavera, el tomate de verano y las cebollas de otoño. Si podemos encontrar melón en invierno en el supermercado de al lado de casa, tenemos que tener en cuenta que, o bien llega de otra parte del mundo o bien no se han respetado los ciclos naturales de la tierra.

La certificación ecológica nos garantiza que los alimentos han sido producidos en un entorno mínimamente contaminado y está libres de residuos químicos. Elegir estos productos es una gran decisión para cuidar la salud, incluida la salud de los agricultores, que están directamente expuestos a pesticidas.

Es el consumidor el que tiene que sopesar qué tipo de compra debe realizar, en función de los principios que más peso tengan a la hora de plantear su alimentación. Reducir la huella ecológica por completo en un mundo globalizado en el que ningún país tiene autonomía alimentaria es prácticamente imposible. Pero podemos tomar buenas decisiones eligiendo a productores locales y comprando alimentos solamente de temporada.

La contribución de la agricultura ecológica

Promover prácticas agrícolas sostenibles. Procurar y priorizar el bienestar del suelo, los seres vivos y el planeta. Contribuir a la preservación del medio ambiente. Fortalecer relaciones laborales justas y equitativas. Poner a disposición de los consumidores productos de calidad respetando los principios de transparencia y trazabilidad. Todos ellos son pilares fundamentales en los que la agricultura ecológica basa su filosofía.

Como garantías de todo ello, la Euro Hoja, el logotipo ecológico de la Unión Europea. Establecida en 2010 por la Comisión Europea, ejerce una función fundamental: la de identificar de manera clara, sencilla y directa los productos ecológicos. Un símbolo de calidad y compromiso con los principios de la agricultura ecológica, que no solo produce alimentos, sino que también preserva y promueve la salud del planeta.