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John Hunte, quien desde hace más de 20 años impulsa en Barbados el relevo generacional en el agro y la agricultura orgánica con el objetivo de producir localmente alimentos saludables que ayuden a reducir la dependencia de las importaciones que padecen los países del Caribe, fue reconocido como uno de las “Líderes de la Ruralidad" de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
Hunte recibirá el premio “Alma de la Ruralidad”, parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para reconocer a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo del continente americano, un espacio clave para la seguridad alimentaria y nutricional y la sostenibilidad ambiental del planeta.
Hunte nació en Londres y es el quinto hijo de un matrimonio originario de Barbados que había emigrado a Gran Bretaña en la década de 1950, en busca de mejores oportunidades.
En 1984, cuando tenía 24 años, John decidió mudarse a la tierra de sus padres, en busca de una vida más sana y cercana a la naturaleza. Allí tuvo su primer contacto con la producción de alimentos, porque comenzó a trabajar con un tío que criaba pollos.
“Yo había estado en Barbados a los 11 años de vacaciones, durante seis semanas, y había visto que la mayor parte de la gente comía comida muy poco saludable. Por eso, cuando ya llevaba unos años viviendo en el Caribe me asocié con otras personas interesadas en generar un cambio y comenzamos a impulsar la agricultura orgánica, con un apoyo importante del IICA que nos sirvió para organizarnos y capacitarnos. Entonces decidí no volver a irme y hoy no me arrepiento”, cuenta.
Hunte ha sido uno de los fundadores de la Asociación de Productores y Consumidores de Orgánicos (Organic Growers and Consumers Association - OGCA), que fue creada en 1998 para impulsar la producción de alimentos certificados por no emplear sustancias químicos como fertilizantes, pesticidas y herbicidas. Su objetivo es contribuir a la seguridad alimentaria en Bardados.
“Nuestra principal aspiración es convencer a las personas en el Caribe, especialmente a los jóvenes, de que la agricultura es viable como forma de vida. Como mis padres, muchos jóvenes emigraron de Barbados en los años 50 y 60 en busca de una vida mejor y entonces quedó un vacío generacional. Los jóvenes que se quedaron no querían dedicarse a la agricultura porque la consideraban una actividad demasiado sacrificada y con escasa recompensa. Hoy, de a poco, esto está cambiando”, cuenta.
El reconocimiento fue creado para destacar el trabajo de quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia. Además, tiene la función de destacar la capacidad de impulsar ejemplos positivos para las zonas rurales de la región.
Un estilo de vida
Hunte era un gran deportista cuando vivía en Gran Bretaña y era amante de la vida al aire libre, por lo que se mudó a Barbados en busca de un cambio de estilo de vida y, aunque no conocía la agricultura, pensó que era una actividad que le podía gustar.
Rápidamente supo que su elección había sido acertada. “Cuando empezamos la Asociación, en 1998, el IICA nos ayudó muchísimo. También lo hizo en 2001, cuando creamos una cooperativa con la que hemos accedido a fondos de cooperación internacional y hemos capacitado a una cantidad de jóvenes”, recuerda.
En el 2001 Hunte conoció a quien entonces era el heredero de la Corona Británica, el príncipe Carlos (hoy, el rey Carlos III del Reino Unido), un ferviente impulsor de los beneficios de la agricultura orgánica.
“Hablé personalmente con el entonces príncipe Carlos y le conté lo que estábamos haciendo. Dos semanas después nos mandó una carta diciendo que quería saber más de nuestro movimiento. Le mandé más información y seis meses más tarde me mandaron un pasaje para viajar a Londres y participar en una conferencia internacional que fue presidida por él, quien estaba muy comprometido con el objetivo de que los vegetales orgánicos del Caribe llegaran a los supermercados en el Reino Unido”, cuenta.
Hunte está convencido de que la agricultura orgánica debe extenderse más en el Caribe, ya que representa una oportunidad para la región no solo de producir cuidar el ambiente y de generar desarrollo económico, sino también de producir alimentos saludables para que los países sean menos dependientes de las importaciones. Se trata de un objetivo que es prioritario para los gobiernos caribeños.
“Entiendo que el principal desafío es cultural. Debemos cambiar la mentalidad de las personas, en una región cuya agricultura estuvo dominada durante muchos años por monocultivos de banana o de caña de azúcar, con un fuerte uso de agroquímicos”, dice.
“El principal generador de ingresos en Barbados -agrega- es el turismo, igual que en otros países del Caribe. Los turistas aman nuestras playas. Recibimos cada año un millón de visitantes, que es más que nuestra población. A ellos tenemos que darles de comer y por eso gran parte de nuestras importaciones de alimentos son para los turistas, no para los locales. El problema es que no importamos comida saludable y entonces tenemos en nuestra gente altas tasas de obesidad y enfermedades no transmisibles como la diabetes y la hipertensión. Yo estoy seguro de que eso puede cambiar si producimos más alimentos. Podemos hacerlo y lo positivo de la pandemia de Covid-19 y del encarecimiento de los alimentos por la guerra en Ucrania fue que demostró a la sociedad que los agricultores son esenciales”.
Hoy, la prioridad que se fijan Hunte y los agricultores orgánicos de Barbados es convencer a los jóvenes de que producir alimentos no sólo es una actividad necesaria para el bienestar del país y de su gente, sino que también es viable como proyecto de vida.
“Todavía –concluye- la edad promedio de los agricultores en Barbados ronda entre los 50 y los 60 años. Pero con nuestro trabajo ya hemos atraído a muchos jóvenes y vamos a seguir por el mismo camino”.