Por Redacción Economía
Según datos del Magap, actualmente, 42.919 hectáreas están dedicadas a la producción orgánica y otras 1.089 están en proceso de transición hacia esta modalidad de cultivo. Esas hectáreas utilizan los tipos de bioinsumos producidos en el país, entre los cuales se encuentran: abonos sólidos, cuya producción anual es de 201.266 toneladas métricas; abonos líquidos con una producción de 1’255.800 litros; biofertilizantes 6’388.944 litros; y biocontroladores con 125.525 kilos, y 9’009.720 litros. El Magap implementa varios programas y proyectos para capacitar a los agricultores en el uso y manejo de bioinsumos, considerando para ello sus necesidades específicas a corto, mediano y largo plazo.
En Tungurahua, por ejemplo, más de 4.000 agricultores pertenecientes a 174 organizaciones están aplicando ya componentes biológicos. En esa provincia, donde el 50% de la superficie productiva utilizable está dedicado a labores agropecuarias, el 40% de la población económicamente activa está dedicada a la agricultura. En Tungurahua, las ordenanzas provinciales han impulsado la producción sin uso de químicos de tubérculos, raíces, hortalizas y frutales, contribuyendo así a mantener una producción diversificada y abundante.
Carlos Ríos, técnico de la Unidad de Innovación de la Dirección Provincial Agropecuaria de Santo Domingo de los Tsáchilas, explicó que para elaborar un abono orgánico conocido como Bocashi, se utiliza los sobrantes de leguminosas y maleza. Con estos se forman capas que son enriquecidas con una mezcla de agua, microorganismos benéficos activados, melaza y levadura. Además se agrega tierra y estiércol, pequeñas cantidades de zeolita, roca fosfórica y ceniza, la cual es una fuente de fósforo y un repelente contra hormigas y otros insectos. Una vez configuradas las capas, se las mezcla y cubre con plástico. Al cabo de ocho días se obtiene un Bocashi listo para ser utilizado en cualquier plantación.
La aplicación de este abono permite obtener un suelo vivo, con buena materia orgánica, vida microbiana y nutrientes que requieren las plantas y que, al estar bien alimentadas, serán resistentes a enfermedades, tendrán ramas o tallos fuertes, frutos con buen peso y llenos, así como una producción saludable. Jorge Robalino, quien reside y produce en el cantón Cevallos en Tungurahua, fertiliza sus frutales y hortalizas con bioles o compost orgánicos para aumentar su producción. Con asesoría de los técnicos de la ‘Estrategia Hombro a Hombro’ del Magap, él elabora fertilizantes orgánicos como biol, bocashi y té de estiércol y frutas. Explicó que, para elaborar biol en un tanque con capacidad para 200 litros, mezcla abono fresco de animales, leche, melaza, hierbas y agua del reservorio o de lluvia. “No uso agua potable porque los químicos descomponen la preparación”, dijo y agregó que conserva el preparado bajo la sombra de un árbol y cerrado herméticamente para que fermente por 45 días. Así obtiene un fungicida óptimo para eliminar plagas y que no cuesta más de $ 12. “Elaborar bioinsumos es muy económico porque la mayor parte de componentes provienen de la zona y son fáciles de preparar”, corroboró José Molina, técnico del Magap”. (I)
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